Reseña | The Medium – La dualidad del terror

El primer exclusivo de Xbox Series X aprovecha la potencia de la consola para mostrar las dos caras del terror, pero deja un sabor amargo.

Con el retraso de Halo Infinite para finales de 2021, la presión de ser el primer juego next-gen exclusivo de Xbox cayó sobre The Medium, un título de terror psicológico desarrollado por Bloober Team, estudio polaco detrás de otras entregas del género como Layers of Fear, Observer y Blair Witch.

The Medium fue presentado por primera vez durante el Xbox Games Showcase a mediados del año pasado; su emocionante tráiler y la participación de Akira Yamaoka como compositor hizo pensar a más de uno que estábamos ante el sucesor espiritual de Silent Hill. 

Desde su anuncio, el elemento que más caracterizó a este juego fue la promesa de poder estar en dos realidades de manera simultánea, una interesante propuesta que sólo sería posible en consolas de nuevas generación. El hype comenzó a subir, pero tras ser revelados los primeros minutos de gameplay surgieron dudas sobre qué tanto debíamos esperar de este título, pues se alejaba de lo que muchos teníamos en mente.

Ahora que The Medium está disponible en Xbox Series X y PC, te contaré si realmente es el juego de terror que tanto estábamos esperando.

It all starts with a dead girl

En términos generales, un médium es una persona con facultades mentales paranormales que le permiten comunicarse con espíritus y ser un enlace entre las diferentes realidades a las que tiene acceso. Tal es el caso de Marianne, la protagonista de este juego (interpretada por Kelly Burke).

La historia –situada en Polonia a finales de los años 90– comienza cuando Marianne regresa a casa de su padre tras enterarse de su fallecimiento. Gracias a sus poderes sobrenaturales, Marianne es capaz de verlo en el mundo espiritual para darle un último adiós y guiar su alma para que pueda descansar en paz.

Todavía en shock por la fuerte experiencia que acaba de vivir, Marianne recibe una misteriosa llamada de un hombre que le asegura tener las respuestas que ha estado buscando toda su vida. Guiada por su intuición, nuestra protagonista acude al lugar que le fue indicado: El hotel Niwa; un resort abandonado que tiene una fuerte carga de energía negativa.

I know what you are

Como mencioné anteriormente, The Medium gira en torno a Marianne y su habilidad de establecer contacto con el mundo de los espíritus. A pesar de ya haberse acostumbrado a este tipo de experiencias sobrenaturales, esto no evita que se siga sintiendo sola e incomprendida por tener ese “don”. Es por ello que decide acudir al hotel Niwa con la esperanza de encontrar respuestas a todo aquello que la ha atormentado desde que era niña.

En un principio, la única manera de conocer un poco de lo que pasó en Niwa es a través de documentos y demás objetos repartidos por sus habitaciones. Para reforzar la narrativa, constantemente se escucha la voz de Marianne en off dando sus opiniones de lo que va presenciando. Esto es algo que se agradece, pues no sólo rompe con la soledad que transmite el lugar, sino que también ayuda conectar con ella.

I let him into my home

A diferencia de los anteriores títulos del estudio, en The Medium se dejó de lado la perspectiva en primera persona y se optó por usar una cámara semifija que me recordó a la empleada en Resident Evil Code: Veronica. Esto permitió a los desarrolladores conseguir un estilo old school y al mismo tiempo mostrar su propia visión del juego. 

En lo personal me gustó mucho, pues la fotografía y la forma en que la cámara sigue al personaje hacen que la aventura se sienta como una experiencia más cinematográfica, además de que da la sensación de estar siendo observado constantemente.

Sin embargo, me queda claro –o por lo menos eso pienso– que esa decisión se tomó para ocultar lo vacío que están los escenarios. Y es que a pesar de hay zonas que se pueden explorar un poco, no encontré nada que me recompensara por hacerlo.

Your soul has rotten away

A nivel visual el juego se ve espectacular, principalmente el mundo físico. Los detalles de cada escenario más el uso de Ray Tracing para la iluminación dieron como resultado ambientes sumamente realistas, tanto en interiores como en exteriores. En cuanto al mundo espiritual, éste cuenta con una gran dirección artística digna de mi peor pesadilla, pero por momentos se siente más vacío y menos detallado que su contraparte real.

Por desgracia, lo que rompe el encanto de estos mundos es nada más y nada menos que Marianne.

Creo que esta es mi mayor queja de todo el juego: Controlar a Marianne es cansado. Se siente pesada y sus movimientos son toscos, además de ser lenta incluso al correr. No dudo que esa haya sido la intención, pero lo encontré molesto porque desentonaba con lo que estaba viendo en pantalla.

Además de la capacidad de cambiar de realidad –algo de lo que hablaré más adelante–, Marianne cuenta con otras habilidades que le permiten abrirse paso en ambos mundos:

•  Percepción. Sirve para encontrar elementos ocultos en los escenarios y para examinar objetos en busca de pistas. 

• Escudo espiritual. Una burbuja de energía que protege a Marianne de los ataques enemigos.

• Estallido espiritual. Una potente descarga eléctrica que sirve para desbloquear accesos a otras partes del mapa.

• Experiencia extracorpórea. Para mí fue la habilidad más interesante. Permite que el alma de Marianne se desprenda de su cuerpo y así logre acceder a zonas que en el mundo físico no puede. 

Como podrás darte cuenta, Marianne no tiene forma de combatir. Los enfrentamientos son sustituidos con desafíos que requieren combinar estas habilidades para poder superarlos.

Tanto para el estallido como para el escudo espiritual es necesario contar con la potencia suficiente para poder utilizarlos, ésta se recarga en fuentes de energía ubicadas en puntos clave del escenario. Es por ello que no se pueden usar a placer, pues es el mismo juego el que obliga a hacer una pausa para resolver cómo acceder a dichas fuentes y obtener la energía necesaria para continuar con la aventura.

It came from the rage

Durante las casi nueve horas que dura la aventura sentí cómo el juego me empujaba a seguir adelante, sin la posibilidad de revisitar zonas o acceder a nuevas a menos que la trama así lo indicara. Puede sonar molesto, pero considero que esto le hace bien a la historia que se está contando. Lo que sí es malo es que no se siente para nada retador, los puzzles son sencillos de resolver y los enemigos son fáciles de superar. Eso hace que el juego no logre sentirse amenazante.

Los escenarios y la atmósfera de Niwa son aterradores, pero en ningún momento me sentí vulnerable ni en peligro. Sí llegué a morir en varias ocasiones, pero tampoco es que hubiera alguna penalización por ello, simplemente lo volvía a intentar y ya.

Los momentos de mayor tensión se viven cuando The Maw (Troy Baker) aparece en escena; una enorme criatura que se dedica a acechar a Marianne tanto en el mundo físico como en el espiritual. Da mal rollo, es como si lo más oscuro de nosotros cobrara vida y por eso se siente aterradoramente familiar. Cuando no está en pantalla se siente cómo aguarda en la oscuridad, dando la sensación de que en cualquier momento puede aparecer.

Cuando esto sucede no hay una forma como tal de hacerle frente, sólo queda esconderse y huir, aunque en ocasiones se pueden utilizar elementos del escenario para detenerlo. No se requiere mucha destreza, sólo es necesario ser paciente y estar atento a sus movimientos. La música de Akira Yamaoka añade el suspenso que estos encuentros ameritan.

Hablando de la música, ésta es bastante buena. Fue co-creada por Akira Yamaoka y Arkadiusz Reikowski, dos grandes compositores del género de terror. Reikowski estuvo a cargo de musicalizar el mundo físico mientras que Yamaoka el mundo espiritual. Esta combinación de talento hizo que cada una de las realidades tuviera su propia identidad y así remarcar aún más el cambio de una a otra.

Every story has two sides

Acceder al mundo espiritual no es algo que ni nosotros ni Marianne podamos controlar. Es algo que le ocurre de manera involuntaria, como si fuera un ataque de ansiedad. Sin embargo, hay objetos con fuertes cargas de energía que al tocar le permiten dar el salto a la otra dimensión. Es así como el juego va alternando entre la Marianne de carne y hueso y su versión fantasmagórica, pero hay otras ocasiones en que la pantalla se divide en dos y muestra ambas realidades al mismo tiempo. Es aquí donde entra el Dual Reality System.

El objetivo principal de este sistema es superar retos mezclando lo que Marianne puede hacer en el mundo físico con sus habilidades en el plano espiritual. El concepto es interesante, pues permite apreciar un mismo escenario desde dos puntos de vista distintos, haciendo que ambas realidades se complementen entre sí.

Es entretenido estar alternando la mirada entre una pantalla y otra para descubrir qué se necesita hacer para poder avanzar; sin embargo, queda la sensación de que se pudo haber aprovechado de mejor manera. La mayoría de los desafíos consisten en colocar objetos del plano físico en un lugar específico del mundo espiritual, o usar las habilidades sobrenaturales para desbloquear zonas a las que la Marianne real no puede acceder. Un poco más de variedad en las tareas y una dificultad más elevada hubieran ayudado a mejorar esta experiencia.

El Dual Reality System también está presente durante algunas cinemáticas, mostrando en cada pantalla un ángulo distinto de lo que está ocurriendo. Esto ayuda a entender un poco mejor lo que Marianne vive día con día, pues lo que para nosotros es una noche tranquila en el bosque para ella representa enfrentarse a un oscuro demonio. Aunque debo admitir que cuando la vi abrazar a la nada por primera vez no pude evitar soltar una risa.

En lo personal, me hubiera encantado mezclar este sistema con la opción de cambiar de realidad con sólo presionar un botón. Algo como lo que se hizo en Halo: Combat Evolved Anniversary, que se podía alternar entre el juego original y el remake en cualquier momento. Tal vez es mucho pedir, pero lo imagino y no me suena descabellado, ese sistema encajaría perfecto en el universo de The Medium.

No quisiera terminar esta reseña sin mencionar la escena en la que Marianne va cambiando de realidad mientras corre. Fue todo un espectáculo visual, mi momento favorito sin duda.