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Mi juego del año: The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom

Nuevamente Nintendo dio de qué hablar con Tears of the Kingdom. Pero ahora nacen nuevos dilemas para el futuro de la serie.

Cuando estabamos a inicios de año, he de admitir que aunque sí había expectativa, no estaba particularmente entusiasmado por el nuevo título de Zelda, Tears of the Kingdom.

La vida personal había tomado prioridad y por ende estaba activamente ignorando nueva información del juego para no distraerme y así poder jugarlo eventualmente “ciego”, sin preconcepciones. Todo cambió el 13 de abril cuando apareció este video durante el Nintendo Direct.

Y vaya que mi falta de interés se volvió en completa emoción por el juego

Con el juego en mis manos el juego fue una invaluable pieza a la hora de darme estabilidad cuando no la tenía. Pero ya estamos a final del año, con la vida en un mejor estado y con una pregunta latente:

¿Logró Tears of the Kingdom vivir a la expectativa o simplemente fue el juego correcto en el momento correcto?

Un mundo realmente vivo

The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom

La gran promesa de estos dos juegos de Zelda ha sido regresar al mundo abierto del primer juego de la serie, pero mezclado con las novedades que nos ha brindado los juegos de mundo abierto.

En Breath of the Wild teníamos un mundo increíble por explorar, actividades por hacer y misterios qué explorar. Este mundo también era duro, cualquier error te podía causar la muerte e incluso el clima podía ser letal si no tenías cuidado.

Pero tenía sus límites: el más notorio es que la novedad del mundo se llegaba a perder rápidamente al descubrir que las acciones y recompensas no variaban mucho y por ende, se asentaba la monotonía. Otra crítica notoria era que el mundo, irónicamente, podía llegar a sentirse vacío o carente de misterio.

Nintendo buscó solucionar el problema. El mundo a explorar es enorme, debido a que se explora tanto el cielo como las profundidades. La cantidad de actividades, coleccionables y secretos a encontrar es variada y tiene coherencia con el mundo en sí. Finalmente el mundo se siente aún más vivo narrativamente hablando, pues los pueblerinos te conocen, tus hazañas son famosas y el reino esta reconstruyéndose poco a poco.

Una mano para interactuar

The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom

Otra de las maneras en las que Nintendo solucionó los problemas mencionados fue dando a Link nuevas maneras de interactuar con el mundo.

La Ultrahand y los artefactos Zonai enfatizan la naturaleza de mundo abierto del juego y lo vuelven en una entrega limitada a lo que nuestra creatividad tiene para ofrecer, lo que vuelve casi infinitas las posibilidades y la resolución de cada escenario o puzzle.

Desde maquinas de destrucción masiva, aviones, vehículos imposibles y hasta lanzacohetes, pasando por máquinas musicales y objetos de tortura, hasta incluso recrear una computadora de 8-bits, la creatividad de la gente para usar la Ultrahand es realmente impresionante.

Después de pasar horas haciendo todo tipo de aparatos, uno realmente se queda con la impresión que más mundos abiertos en la industria deberían de ofrecer algo similar. El secreto de un mundo abierto no es la cantidad de cosas que hay qué hacer, sino cómo puedes hacer estas cosas: la interacción es lo que más termina recordando.

Una aventura más vivida

The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom

En esta ocasión, los personajes estan más conectados en la historia en vez de sentirse como accesorios a ella. Los recuerdos del pasado regresan como elemento literario y ayudan a vender bien algunas de las revelaciones que la historia aguarda.

Si bien no llega a los altos que ha habido en el pasado con The Wind Waker o Majora’s Mask, y podría tener más ambición, es un esfuerzo solido al final del día.

El final del juego, a diferencia de su predecesor, es épico y contrasta bien con el inicio, además de ser mucho más emocionante de jugar. Mención honorífica a la actuación de voz, en particular en español de Latinoamérica que logra mezclar efectivamente la emoción de las voces en japonés con la sobriedad de la actuación de las voces en inglés y con su propia identidad.

La dirección de arte sigue siendo de primer nivel y brinda vida al mundo.

La música continúa con su piano experimental pero ahora emplea composiciones más comunes para ciertos momentos como los jefes. Y, hablando de jefes, Nintendo decidió volver a construir calabozos más tradicionales; una decisión interesante que me gusta pero ofrece resultados mixtos.

Libre como el mundo

The Game Awards 2023

Al final, son tres elementos: Un mundo más vivo, una mejor manera de interactuar con el mundo, el regreso de elementos más tradicionales. Ellos definen en conjunto a la experiencia y son las cosas que más me gustaron en mis cientas de horas jugando The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom.

Si bien no es perfecto el resultado final, es una balanza que inclina hacia lo positivo. Desconozco qué tan factible es continuar con esta línea de diseño, han dado a entender que es posible, pero no seguro, que el próximo Zelda continúe este diseño que aún tiene dividido a su fanbase.

Pero dejando la especulación, tenemos aquí un juego realmente increíble. Es común decir que cada Zelda es “el mejor” pero en esta ocasión la frase no viene a la ligera. Y al igual que otros juegos de la franquicia seguiremos hablando de él por muchos años más.

Breath of the Wild caminó para que Tears of the Kingdom pudiera volar.

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