La secuela de Alto’s Adventure trae consigo lo mejor de él y lo complementa con novedades que expanden un poco el universo, pero conserva lo inmarcesible de su propia fórmula.
Fue en febrero de 2015 cuando me volví a la adicción del entonces nuevo Alto’s Adventure; lo recuerdo con gran cariño porque aquellos eran mis primeros meses en un increíble equipo de redacción que durante dos años aguardó historias grandiosas para mí y también mucho aprendizaje.
No recuerdo precisamente cómo fue que di con el juego, pero estoy segura de que fue su indudablemente impecable apariencia, la que me llamó por completo la atención y representó el gancho en esta historia; y es que en ese momento también estaba fascinada con otros títulos móviles como Monument Valley y estaba muy abierta a experiencias similares.
Como mencioné en aquél entonces, al momento de disfrutar de videojuegos, lo mío no es precisamente la experiencia en móviles. Me empeño fervientemente en dedicar horas de mi concentración a sentarme a disfrutar enteramente de un juego, sin distracciones, sin interrupción, especialmente porque el ritmo frenético de mi ciudad y de mis labores cotidianas, impiden que pueda hacerlo muy seguido.
Sin embargo, con el paso del tiempo también he buscado formas de matar el tiempo en una sala de espera entre juntas, mientras espero el transporte para volver a casa, o en el camino mismo; es ahí donde me he acercado a los juegos para móviles, hallando grandes títulos que han conseguido hacerme cambiar de opinión poco a poco, uno de ellos es, sin duda alguna Alto’s Adventure.
A pesar de que Alto’s Adventure es una experiencia infinitamente divertida, su secuela, Odyssey, refleja la madurez que ha envuelto al Team Alto durante los últimos años; demuestra que la idea inicial es bastante longeva y que puede adaptarse a buenas novedades que en lugar de regalarle monotonía, la rejuvenecen sin necesidad de cambiar su esencia.
Like the deserts miss the rain
La primera cosa que podemos notar de Alto’s Odyssey es que nos saca de los fríos de la nieve para llenarnos de noches y días en la calidez del desierto, así que durante nuestro viaje por los senderos sin fin, es posible ir en contra de la bravura de las tormentas de arena; de lluvias enloquecidas o bien, de hermosos atardeceres rosados. Y esto es algo que, de entrada, le da mucha vida al juego.
¿Son extraños de Alto’s? No importa, las reglas son simples: tomemos nuestra tabla de snowboard y deslicémonos a toda velocidad, hasta que cometamos un error y terminemos embarrando la cabeza en la arena. El juego no consiste en más que tocar la pantalla cada vez que queramos hacer un salto para esquivar un obstáculo, o bien, alcanzar un nivel superior para deslizarnos; también es esencial aprovechar dichas alturas para realizar piruetas y trucos, simplemente dejando nuestro dedo sobre la pantalla.
Una palabra que mencioné ahora y que creo que es clave en la experiencia de Alto’s Odyssey es “sin fin”. En términos generales, esta secuela no difiere muchísimo de su hermana mayor en cuestiones de interfaz y en la dinámica que adopta la progresión del juego: cada nivel consiste en tres metas distintas, que al completar nos hacen de tres nuevas y así sucesivamente hasta que se concretan más de cien. Al terminarlas, podemos seguir jugando una y otra y otra vez, porque créanme, su fórmula es lo suficientemente adictiva como para no querer dejarlo en un buen rato.
Siempre he pensado que el equipo detrás de Alto’s Odyssey ha sabido muy bien cómo quitarnos la idea de que este juego es simplemente una cara bonita, porque su belleza queda en segundo término cuando nos damos cuenta de que llevamos más de una hora tratando de superar nuestra marca personal para poder conocer nuevas locaciones y desbloquear más personajes.
Eso sí, la experiencia de Odyssey es, sin duda, una de las más incompatibles para aquellos que no puedan con la frustración y los finales tajantes de partida. Sobre todo porque hay caídas y choques que duelen muchísimo y que resultan hasta vergonzosos en una que otra ocasión, pero más adelante hablaré un poco más profundamente del tema.
An endless desert
Las mejoras entre Odyssey con respecto a Adventure, no solamente recaen en la fluidez del personaje al dar una pirueta o el placer del cambio de locación, sino en la manera en la que ésto mismo se aprovecha con la inclusión de nuevas habilidades que amplían un poco las posibilidades para hacer trucos estrella.
Un buen ejemplo es que ahora es posible reunir recursos para adquirir una tabla nueva para deslizarnos en un tipo de pared especial. Es interesante porque muchas paredes requieren de un salto previo y tampoco es una tarea sencilla abordar dichas estructuras, el juego es muy bueno castigando malas decisiones y exige buena precisión de aterrizaje, así que es importante cuidar muy bien la inclinación de la tabla al intentar deslizarnos.
Hay dos power-ups principales que son familiares, el primero es para evitar que, por un tiempo limitado, corramos peligro así que bajo los efectos de él es posible aterrizar mal o chocar con rocas; también vuelve la habilidad que nos permite recoger todas las monedas a nuestro alrededor, y recomiendo infinitamente estar al pendiente de su aparición, porque durante todo el rato estarán intentando coleccionarlas para mejorar sus habilidades.
Algo que a mí siempre me ha fastidiado de muchos videojuegos, es lo abrumador que puede llegar a ser precisamente el sistema de habilidades cuando hay muchas posibilidades por delante y, aunque Alto’s Odyssey también recurre a dicho sistema, solamente incluye las mejoras necesarias para agilizar un poco el ritmo que después de sobrepasar el décimo nivel, podría volverse monótono. Así que de ninguna manera nos sentimos presionados a adquirir y adquirir más cosas.
En complemento, también hay más posibilidades a la hora de correr con nuestra tabla por el desierto, ya no solamente podemos deslizarnos en la tierra o sobre algunos cables para aprovechar las alturas y hacer trucos; sino que también podemos aprovechar algunas ruinas, hay sogas que se rompen, y globos aerostáticos en los que podemos rebotar para seguir con una buena racha algún combo. También hay obstáculos odiosos como la presencia ocasional de un lemur que nos persigue y nos empuja sin pena alguna; cuidado con eso porque, créanme, arruina carreras muy buenas.
A beautiful journey
En general, toda la experiencia de Alto’s Odyssey es preciosa y a pesar de ser repetitiva, no se pone el pie a sí misma con ello, porque en realidad es raro que sintamos que estamos yendo por el mismo sendero una y otra vez con los cambios de clima y la transición de la luz del día que se da cada que reiniciamos un run.
La música y los efectos de sonido en esta ocasión corrieron por la cuenta de Todd Baker, quien no es nadie extraño en juegos del estilo porque se ha dado a conocer recientemente gracias a su trabajo con ustwo en las bandas sonoras de Monument Valley 2 (♪) y Land’s End. Todo es impecable y mágico; desde tocar una moneda, hasta el tiempo de carga de alguno de los power-ups al impactar con ellos.
La música es dinámica, por lo que está diseñada para cambiar su ritmo dependiendo lo que estemos viendo en pantalla. Por ejemplo, disminuye su intensidad en saltos largos que requieren de una buena pirueta para ponernos a salvo, y también puede hacer lo contrario si vamos a toda velocidad por una cascada o estamos enfrentándonos a la tempestad. Después de un rato puede que deje de ser inmersivo el asunto porque siempre se repite la misma melodía, eso sí.
Algo que siempre me ha llamado la atención de los títulos de Alto’s, es que tienen la capacidad de enfurecerte con facilidad, porque en realidad su curva de aprendizaje es tramposa y cuando uno cree que ya es el maestro del snowboard, de pronto no se da cuenta de que hay una roca –porque, a veces, y solamente a veces, se camuflajean con estructuras del fondo mismo– o simplemente genera un exceso de confianza con los tiempos de aterrizaje.
¡Pero! Por alguna razón, ese “coraje” siempre se convierte casi de manera instantánea en ganas de mejorar y casi siempre estarás enganchado a continuar en la aventura, sobre todo porque ahora sí hay una progresión en cuanto a locaciones respecta. De cualquier manera, hay también un modo zen para aquellos que no sean tan competitivos y solamente quieran andar por aquí o por allá practicando, lo que no me encanta es que es posible caer y frustrarse de la misma manera que en el modo normal, solamente que aquí sí es posible levantarse y seguir desde el punto en el que ocurrió.
- A pesar de que no cuenta con una banda sonora variada, no puedo visualizar a este juego con una distinta.
- La manera en la que vamos descubriendo más locaciones bellas en el juego.
- La interfaz conserva su esencia, y sigue siendo igual de funcional.
- Como título móvil, cumple muchísimo para matar tiempo en una sala de espera o para desestresarnos en periodos libres de la escuela o la oficina.
- En primera instancia podría parecer un copy/paste de lo que conocimos antes, pero, no. Hay novedades que liberan una gran diferencia.
- El zen mode lleva consigo el aspecto más frustrante del juego: las caídas. Y eso es lo menos zen de todo.
- En ocasiones algunos obstáculos oscuros se pierden con la sombra de estructuras en el fondo del escenario y eso siempre resulta mal.
Disponible en: iOS (iPhone, iPad y Apple TV a través de una sola compra) | Más: Alto’s Adventure: el adictivo juego de iOS que debes probar @ Código Espagueti