Un Kratos más maduro y en busca de controlar su ira ahora inicia una aventura al lado de su misterioso hijo.
El lunes 13 de junio fue la fecha estelar en E3 2016, las más grandes compañías presentaron espectaculares anuncios en esa jornada y la conferencia de Sony fue la encargada de cerrar el segundo día de actividades.
El show de PlayStation comenzó épicamente, gracias a una orquesta en vivo pudimos escuchar música que a mí me sonó algo conocida pero creí poco probable que sucediera lo que unos instantes más tarde vería. La pantalla mostraba a un niño jugando fuera de una choza en un paisaje nevado, un hombre lo llamaba y le encomendaba la tarea de cazar la comida del día. Este hombre no era ni más ni menos que el dios de la guerra, el fantasma de Esparta, Kratos, quien emergía de la oscuridad para mostrarse más fuerte que nunca.
Los rumores y filtraciones se confirmaban, Kratos está de regreso con una gruesa barba y en una nueva mitología, la nórdica para ser precisos. Los primeros minutos de gameplay avanzaron, en algún momento escuchamos al niño llamar padre a Kratos y ahí fue cuando mi cabeza explotó. Digo, a lo largo de diez años de la franquicia y siete entregas diferentes, hemos visto —e incluso ayudado— a Kratos a tener “encuentros íntimos” con diferentes damas, pero aún así este niño era un misterio para mí.
El linaje de un dios
Cory Barlog, director del juego, ya ha revelado que esta próxima entrega no es un reboot de la serie, sino un nuevo camino. También confesó que la nueva visión para Kratos nació de la reciente etapa que le ha tocado vivir al mismo director: la paternidad.
Barlog ahora es padre de un niño de tres años y le sorprende ver cómo su hijo imita sus acciones y termina adoptándolas, incluso las partes de su personalidad que no le gustan tanto y desearía cambiar. Esto lo llevó a pensar en un Kratos que pasa por una situación similar, dándose cuenta de las graves consecuencias de sus actos y su ira descontrolada, aspectos que no le gustaría ver en su hijo. Por este motivo vemos al espartano tratando de controlar su mal genio, enseñándole a su heredero cómo ser un gran guerrero y cazador, es decir, transfiriendo sus cualidades dejando fuera sus letales defectos en el intento.
Ya han comenzado a surgir teorías sobre quién es la madre del misterioso niño, la identidad del mismo, cómo encaja Kratos en la mitología nórdica, qué acontecimiento hizo que el espartano inicie un nuevo viaje y contra quién —o quiénes— se enfrentará. Hay quien cree que el niño es Thor, y tendría lógica al ver que las flechas que dispara están electrificadas; otros piensan que Kratos deberá derrotar a dioses como Loki, Thor u Odin, pero también están los que piensan que el guerrero espartano deberá ayudar a dichos dioses a evitar al Ragnarok, que en esta mitología se refiere al fin del mundo. Aunque personalmente creo que es demasiado temprano y hemos visto muy poco como para aventurarnos a predecir la historia principal del juego.
Reencontrarse con la humanidad
Esta nueva entrega de God of War tiene un enfoque totalmente diferente, que se está construyendo sobre los cimientos de las pasadas glorias de la franquicia. Barlog tomó como un reto convertir la tormentosa e iracunda historia de Kratos en un relato personal, en la que el anti-héroe debe reencontrarse con su parte humana.
En este sentido su hijo es parte clave, él es ese enlace con la humanidad que Kratos había perdido, pero también presenta un nuevo problema para el espartano: ¿cómo aprender a ser buen padre cuando él nunca tuvo uno? Son obstáculos que cualquier padre debe enfrentar y que nos provocan empatía con el renovado guerrero al verlo en dicha situación.
En el gameplay que PlayStation presentó podemos ver a un Kratos frío y duro al hablar con su hijo, pero que trata de acercarse, ganarse su confianza y cariño. Le aconseja alejarse de la batalla, pero le indica cuándo es el momento indicado para intervenir; guía las manos de su hijo para terminar con el venado que ha cazado, pero es incapaz de consolarlo después. Esta torpeza no la habíamos visto en el espartano y sin duda nos hace sentirnos más cerca de su historia, lo hace ver más vulnerable. Nuevamente hay algo en su vida que teme perder.
Aspectos técnicos también buscan hacernos sentir más cercanos con la aventura de Kratos, dejando atrás los ángulos de cámara preestablecidos para situarnos todo el tiempo detrás del guerrero, viendo este nuevo mundo desde su perspectiva.
Barlog también ha revelado que todo el juego se vivirá en una “toma continua”, es decir, no habrán “cortes de cámara” entre el gameplay y las cinemáticas o las secuencias de remates en los combos de la batalla. La cámara buscará pasar de manera fluida entre acción y acción con el motivo de dar la sensación de que vivimos la aventura al mismo tiempo que nuestro viejo conocido Kratos.
El director también ha revelado que el hijo de Kratos nos acompañará prácticamente de principio a fin en esta nueva aventura, de hecho es tan importante en el desarrollo de la historia que en el control del juego hay un botón exclusivamente dedicado a interactuar con el niño, quien irá ganando puntos de habilidad —como rastreo o arquería— conforme la historia avanza, posteriormente permitiéndole ayudarnos a abrir puertas, resolver acertijos o en el combate mismo.
La ira: ¿motivación u obstáculo?
Por el papel central que tendrá el niño en esta aventura hay quienes ya están diciendo que Sony intenta replicar el éxito de The Last of Us utilizando la misma fórmula en todos sus nuevos juegos, pero a mí no me parece así.
Kratos en cada entrega ha tenido un motivo personal, normalmente familiar, que lo lleva a enfrentar y aniquilar a quien se interponga en su camino. Si no pelea para vengar a su esposa e hija asesinadas por él mismo debido a un engaño, trata de rescatar a su hermano del dios de la muerte. Su ira no es del todo ciega, pues con Athena y Orkos, dos de sus más grandes aliados, nos mostró que es capaz de escuchar y dejarse guiar.
Hemos podido ver a Kratos sacrificar sus poderes por volver a vivir con su hija, o enfrentando al rey de los dioses griegos —que también es su padre— para rescatar a Pandora, la jovencita creada por Hephaestus —y llave para la caja de pandora— que logra penetrar el duro caparazón del guerrero haciendo que muestre un poco de serenidad y su lado paternal. Así que en realidad la lucha constante en la que el espartano se ve envuelto siempre ha encontrado un motivo sentimental, lo que sucede es que la acción ha tomado el papel principal en entregas pasadas, dejando a la historia en segundo plano.
El fantasma de Esparta es un hombre atormentado, que ha perdido a su esposa, hija, madre, hermano y amigos por la arrogancia de los dioses que trataron de usar su talento en la batalla para su beneficio. Ha sido obligado a cargar sobre su piel las cenizas de su esposa e hija, condenado a recordar todos los días el momento de su muerte y toda la gente que asesino al servicio de Ares en dolorosas visiones.
Ahora Kratos tiene una nueva esperanza, una nueva familia y un nuevo motivo por el cual pelear. Se le ha otorgado una segunda oportunidad para hacer las cosas bien, transformar su sufrimiento en sabiduría, pasarle la estafeta a su hijo y asegurarse de que no cometa los errores de su padre. En una parte del gameplay mostrado en la conferencia de Sony podemos escucharlo decir: “despacio niño, debes pensar, no simplemente reaccionar. Sé calmado y planea”, un consejo que no sabemos si realmente es para el niño o un recordatorio que el propio guerrero se hace.
No me apresura descubrir la identidad del niño, de su madre y qué le espera a Kratos al final de esta nueva aventura, porque seguramente esos serán algunos de los grandes momentos de la historia del nuevo God of War, una aventura que promete y emociona, tanto así que los que no se consideran “fans” de la franquicia han mostrado interés por la serie por primera vez gracias a la fresca y renovada visión de Cory Barlog, quien ya ha dicho que hay un plan enorme para la saga.
¿Será que esta nueva aventura de Kratos es en realidad el entrenamiento del nuevo “dios de la guerra” y el comienzo de su legado?