El gobierno saudí está envuelto en varias acusaciones por violaciones a derechos humanos.
De acuerdo con un reporte publicado en el sitio alemán Handelsblatt, Arabia Saudita ahora es prácticamente dueño de la organización de esports ESL. Ésta última es una de las más grandes e importantes de su ramo, pues desde la década de los dosmiles ha organizado múltiples competencias de trascendencia internacional.
La adquisición se llevó a cabo mediante una inversión hecha por Savvy Gaming, empresa respaldada económicamente por el gobierno saudita y especializada en buscar oportunidades de crecimiento en experiencias interactivas de carácter competitivo.
El informe también detalló que se pagó un estimado de mil millones de dólares por la adquisición, dinero procedente del Fondo de Inversión Pública Saudí. El principal objetivo de dicho fideicomiso es ayudar al país africano a facilitar la transición de una economía fuertemente ligada al petróleo, a un sistema en donde las energías alternativas a los combustibles fósiles sean una prioridad viable.
Asimismo el diario germánico señala que el acuerdo incluyó la compra de FACEIT, una plataforma de esports fundada en 2012 y usada en diversos torneos de League of Legends, Rocket League y Counter Strike: Global Ofensive. Su incorporación a Savvy Gaming requirió de una inversión de aproximadamente $400 millones de dólares, capital que también provino del erario público saudí.
El lado oscuro de invertir en el entretenimiento
La compra de ESL por parte de una empresa respaldada por el dinero de Arabia Saudita, parece a primera vista una inversión más en una larga lista de proyectos centrados en mejorar la imagen pública del país y su gobierno monárquico.
Otra de las adquisiciones recientes por parte de la administración en turno y la familia real, han sido los equipos de fútbol Newcastle United y Manchester City (a través de la organización Abu Dhabi United Group).
Sin embargo tales acciones no se han librado de entrar en controversia especialmente porque el gobierno saudí ha sido repetidamente acusado de violar los derechos humanos de mujeres, minorías, grupos vulnerables y disidentes al régimen.
De hecho grupos como Anmistía Internacional temen que esta práctica (denominada como sportswashing) se use para acallar las voces de protesta, así como para desestimar éstos y otros problemas por los cuales el país africano está pasando en recientes años.
Un caso similar que también generó críticas por parte de activistas y videojugadores, fue cuando el príncipe heredero saudita Mohammed bin Salman se convirtió en dueño mayoritario del estudio de SNK. Además de estar bajo el escrutinio público por las acusaciones previas, al futuro mandatario se le acusa de orquestar el asesinato de Jamal Khashoggi —periodista de The Washington Post—.
Por último varias personas han hecho paralelismos entre el sportswashing de Arabia Saudita y los supuestos planes de Bobby Kotick para invertir en compañías relacionadas con los videojuegos, mejorar la imagen pública de la parte adquisitoria y silenciar las críticas.
Fuente: Handelsblatt | Vía: Sports Business Journal
