Por fin, el anticipado reboot de la popular serie de Marvel ha llegado a los cines.
Después de ver Fantastic Four, en su segunda adaptación cinematográfica, puede que te quede la sensación de que los 90 minutos que pasaste en el cine sean los más inconsistentes de tu vida; y es que la cinta dirigida por Josh Trank (Chronicle) no logra transmitir esa emoción que suele despertar el ver a un superhéroe –en esta ocasión cuatro– en acción, dejando ver su lado humano y mostrándonos el porqué siguen siendo tan fuertes dichos personajes, sin la necesidad de tener un poder meta-humano.
Con un inicio demasiado lento, y un final demasiado acelerado, la cinta se enfoca en mostrarnos un larguísimo proceso de transformación, de niños a adolescentes, de adolescentes a adolescentes científicos y de ahí, a los Cuatro Fantásticos.
Un híbrido
Si bien la historia se basa en el universo Ultimate, y le es fiel en algunos aspectos –lo jóvenes que son, sobre todo–, no podemos asegurar que más allá de eso se encuentre una secuencia clara entre cada uno de los personajes. Esto se origina, por las personalidades de cada uno y las preguntas sin respuestas claras que se desarrollan a lo largo de la cinta.
Es así que podemos decir que esta película no trata de darle fuerza a sus protagonistas, pues éstos, parecen estar juntos por casualidad y no para formar parte de un mismo metraje. Incluso el poco drama que se muestra, se percibe inmaduro, pues la falta de profundidad en cada personaje, coarta toda posibilidad de reflejar algo sólido en la trama.
Pero vamos, no todo está perdido, pues como mencionamos, no hay desapego a cosas básicas en la historia Ultimate de estos héroes, aunque sí decimos que eso es lo más rescatable de la cinta, quizá no hubiera sido conveniente intentar revivir de las cenizas dicha historia que continuará en una ya confirmada segunda parte; porque en ésta primera entrega los focos se centraron en mostrar el inicio de una serie, de los personajes, de sus ambiciones –no muy claras– y del reboot.
Nada que emocione
No dejemos de lado los efectos especiales, que tienen pros y contras. Como el acierto que tienen al mostrar los poderes adquiridos por los adolescentes, y la fallida representación de una batalla final que pudo ser épica en un mundo “real” y lejano.
Conocer una vez más, el origen de los personajes, no es mala idea si esto no acapara más de 60 minutos en pantalla. Incluso tener la esperanza de ver actuaciones que despunten, tampoco está mal, pues la trayectoria de Michael B. Jordan (Chronicle), Kate Mara (House of Cards), Miles Teller (Whiplash) y Jamie Bell (Billy Elliot) nos subía la expectativa; pero al ver que más que actuar se han aprendido diálogos, fastidia. Quizá esto último, sea porque no lograron comprender lo que cada uno de sus papeles representaba, como sea, actuaciones así, desilusionan.
En contra peso, Toby Kebbell (Dawn of the Planet of the Apes), el villano, logra mostrar un Victor Von Doom creíble, pero que no basta para llenar el hueco que se genera entre los personajes base de la cinta.
Ciertos elementos pudieron tener potencial para su desarrollo, pero el reducido tiempo que se deja para el desenlace no permite que éstos logren serlo. Los sentimientos que se generan en Ben Grimm tras su mutación, es un buen ejemplo, pues se apela a la amistad, a promesas fallidas y a la responsabilidad que tiene Mr. Fantastic en ello, sin embargo de la nada gira drásticamente hacia un desenlace mediocre, pues Grimm parece resignarse a su destino sin dejar claro cómo quedó su amistad y relación. Es ahí cuando piensas que los guionistas no saben discernir entre lo profundo y lo superfluo.
Veredicto
Fantastic Four no es una película que demuestre algo distinto en cuanto a cintas de superhéroes, y si bien en el cómic, marcaron el inicio de la Silver Age, ahora en su reboot son algo así como el inicio de algo muy tedioso. Pero claro, siempre queda el pretexto de que en el universo Ultimate, las cosas son distintas.