Nikkei, respetada publicación de negocios, revela detalles sobre las condiciones por demás estrictas bajo las que trabajan en Konami.
Al inicio del año comenzaron a surgir rumores sobre una posible ruptura en la relación laboral entre el creador Hideo Kojima y la empresa que ha sido su casa por al rededor de 30 años, Konami. Previamente te hemos traído los detalles de las acciones, en ocasiones abruptas y un tanto innecesarias, que ha ejecutado la compañía en lo que llevamos del año contra el trabajo realizado por Kojima, trabajo que en más de una ocasión ha traído éxito y reconocimiento a la compañía. Según colaboradores cercanos, las horas de Kojima dentro de las filas de Konami están contadas y sólo espera concluir totalmente el lanzamiento de Metal Gear Solid V: The Phantom Pain para hacer pública su salida.
Hoy trasciende un reporte generado por Nikkei, reconocida publicación japonesa especializada en negocios y finanzas, en el que se revela que la inconformidad del cerebro detrás de la serie Metal Gear no es la única. El descontento es general dentro de Konami y tiene raíz en el año 2010, cuando la compañía comienza a lanzar títulos para plataformas móviles. Es en ese año cuando sale a la venta Dragon Collection, juego desarrollado específicamente para este mercado emergente, los resultados son increíbles en cuanto a ganancias se refiere, sobre todo si se considera que el desarrollo de este tipo de juegos es mucho más barato y rápido. Es justo en este moemnto cuando la compañía decide cambiar de rumbo, pues considera como el futuro a este nuevo mercado. El cual resulta más atractivo para ellos considerando que el desarrollo de Metal Gear Solid V ronda los $80 millones de dólares, invertidos en un juego que aún no comienza a generar ganancias.
Lo que resulta realmente preocupante es que dicho cambio de rumbo trajo consigo prácticas laborales “estrictas” (por decirlo amablemente), en específico respecto al trato de sus trabajadores. Según Nikkei, los empleados están monitoreados constantemente a través de cámaras, que no están instaladas por seguridad, sino para saber qué hacen los trabajadores en todo momento. Siguiendo esa misma línea, ahora monitorean con tarjetas checadoras de entrada y salida (como las de las fábricas) a las personas que salgan de la oficina durante sus horarios de almuerzo. Esto se traslada también a quienes se queden en las instalaciones a comer y se tarden más del tiempo designado, a ellos se les llama a través del sonido interno para requerirlos en sus lugares de trabajo.
El control sobre el recurso humano en Konami se extiende incluso al internet. Por ejemplo, empleados que dentro de sus funciones no deben tener contacto con personas externas, como relaciones públicas o ventas, no tienen derecho a una dirección de correo electrónico permanente y personalizado, se les asigna una dirección aleatoria, compuesta de algunas letras y números, que cambian regularmente después de unos meses.
Kojima Productions, a pesar de todos los logros que ha conseguido, no se salva del autoritarismo. Ese nombre que es sinónimo de calidad y éxito en todo el mundo, ha sido reducido por Konami, ahora sólo se les conoce como “Number 8 Production Department”. Las computadoras de este equipo no tienen acceso a internet y sólo pueden utilizar la red interna para mandar mensajes. Seguramente para controlar la filtración de información de sus condiciones de trabajo al exterior, y con mayor razón al ver la trascendencia que ha tenido la rencilla con el mismo Kojima.
Konami no sólo monitorea y controla la actividad de sus trabajadores dentro de las redes laborales de la compañía, también invaden la libertad de sus colaboradores en sus cuentas personales de redes sociales. De acuerdo a la publicación, un ex-empleado anunció en su momento que se iba de Konami, pues obtuvo un puesto en otro lado. La compañía se enteró de dicho post y monitorearon la reacción que obtenía, su solución fue reasignar dentro de la compañía a los aún empleados de mismo Konami que le daban like a dicha publicación.
La reasignación de puestos al parecer se ha convertido en una acción recurrente dentro de las políticas opresoras del gigante japonés. De acuerdo a lo publicado en el reporte de Nikkei, los desarrolladores que ya no consideran útiles (sin importar rangos o las viejas glorias que hayan conseguido en nombre de la compañía) se les “reasigna” a trabajos como guardías de seguridad, intendencia de los clubes de fitness de la compañía o puestos en las fábricas de maquinas tipo pachi-slot. Empleos dignos y honrados pero que no parecen acordes a las capacidades de ejecutivos importantes con trayectorias destacadas dentro de la compañía.
Al conocer el control excesivo y paranoico adoptado en los últimos años por Konami no resulta una sorpresa el descontento de su desarrollador estrella. Las prácticas utilizadas parecen anticuadas y obsoletas, sobre todo en un mundo laboral actual en el cual las grandes compañías (en su mayoría y en teoría) se preocupan por el bienestar de sus trabajadores, pues entienden que el recurso humano es el más importante dentro de una compañía, resultando generalmente en empleados contentos con su trabajo, eficaces, identificados y comprometidos con la compañía. Ejemplo de esta filosofía organizacional es Google, que ha crecido gigantescamente obteniendo resultados exitosos, entregando productos innovadores y de gran calidad, destacando en todo momento la importancia de cada una de las personas involucradas en sus proyectos.
Habrá que escuchar qué tiene que decir al respecto Konami, aunque es una verdadera tristeza que la empresa haya adoptado este cambio tan radical. Al parecer para la compañía sólo importa el éxito económico en su futuro, lo que genera dudas sobre sus grandes glorias, juegos con una base de fans importante, siempre ansiando la nueva entrega, nuevas experiencias, nuevas historias, asombrarse una vez más con los personajes que los vieron crecer. Franquicias como Contra, Silent Hill, Castlevania, Pro Evolution Soccer o Metal Gear Solid han echado raíces tan profundas dentro de la industria (crítica, jugadores y otras desarrolladoras) que es imposible no preocuparse por su futuro, o la posibilidad de nunca volver a tener una entrega que esté a la altura de esos nombres, de nuestras experiencias con ellos, de nuestros recuerdos.