Ir de vacaciones con tu hija a un pueblo tranquilo y bello es una gran idea, adentrarse en las pesadillas de alguien no. ¿Crees poder huír de Silent Hill?
Todo inició con una búsqueda, Cheryl. Era el año de 1999 cuando el primer título de la saga, que provocaría incontables noches de desvelo, estrés y sensaciones de persecución en mi vida, hacía su aparición oficial en la primer consola de Sony, el PlayStation.
La tendencia parecía indicar que el survival horror estaba comenzando a ver nacer sus mejores joyas, ya que después de disfrutar de los grandes éxitos de Capcom, con la trilogía de Resident Evil –ampliamente aceptada por la crítica–, Konami hacía su jugada y mostraba una arista de este género que quizás sólo Alone in the Dark había tratado de construir: Terror psicológico.
Melodías perfectamente empatadas con los escenarios más lúgubres que se hayan podido ver, y sumando a ello, monstruos que representaban los miedos, pesadillas y heridas de un pueblo sin fe, hacían de Silent Hill un juego perfecto para recibir una dosis letal de desesperación y miedo.
Mi primer encuentro con este título se gestó meses después de haber intentado superar –sin éxito– el miedo que me generó el segundo Resident Evil. Al ver lo que albergaba el pueblo de Silent Hill, pude darme cuenta que el sentimiento que generaba era muy distinto al que me estaba acostumbrando con los zombis de Capcom.
Siendo así, no podía ser de otro modo, el entonces niño de 10 años que intentaba jugar Silent Hill por su cuenta se quedaba congelado en ciertos lugares; sin querer avanzar por la inmensa incertidumbre que producía el juego que tenía frente a él.
¡¿A quien rayos se le había ocurrido llenar el pueblo de niebla?! ¡Y cuando no había niebla el lugar era absorbido por la obscuridad de la noche! Esto debe ser una broma, la escuela del lugar está infestada de pequeños monstruos que atacan tus tobillos. Y no conforme con ello, los cuartos parecen convertirse en lugares de pesadilla, sangrientos, oxidados y abandonados. Nauseabundos.
Éstos eran pensamientos recurrentes en mi mente, por ello siempre que intentaba jugar Silent Hill, procuraba tener cerca a mi padre; quien por cierto, se volvió fan de tan adictiva dosis de miedo y retos intelectuales por lo bien logrado de los acertijos, y quién me ayudó a superar varios niveles, pensando juntos los acertijos que se nos presentaban y comentando lo tormentoso de las escenas. Esos eran buenos tiempos.
Muchas personas creen que Silent Hill narra la historia de un hombre que llega a un pueblo para salvar a su hija de los peligros que hay en éste; sin embargo no es así, pues el juego nos cuenta cómo un pueblo se ha sumergido en las pesadillas de una niña que intentó sacrificar a su propia madre para dar a luz a un demonio. Lo sé, el argumento principal es igual de aterrador que las experiencias que se viven en el juego.
Siendo así, Harry, el personaje al que encarnamos, no es más que el medio para poder llevar a cabo el plan fallido de encarnar al demonio, ya que su hija de 7 años, quien se pierde dentro del pueblo es la mitad del alma de la niña que serviría de sacrificio. Por todo esto, cuando juegas Silent Hill estás ayudando a una secta satánica a llevar a cabo el plan de encarnar a un demonio para llenar el mundo con su poder; eso, claro está, pasa sin saberlo hasta que casi al final se te revela.
Los finales alternativos fueron algo que para muchos, de quienes disfrutamos esta serie, nos llenó de sopresa; ya que dependiendo de ciertas acciones dentro del juego el final podía ser distinto. Mi padre y yo acabamos el juego dos veces, ambas, con finales distintos. Los finales que descubrí por cuenta propia, tiempo después, cuando ya PlayStation estaba por decir adiós para dar paso a PlayStation 2, fueron importantes para darme cuenta de que el juego aún tenía mucho que darme; y que sin duda Silent Hill seguiría generándome terror.
Para efectos prácticos, sólo uno de estos finales alternativos se enlaza con las secuelas de la franquicia; no les diré cuál para no ser más aguafiestas de lo que ya he sido, contándoles de qué va el juego en verdad. Así que los invito a revivir el terror de Silent Hill, a sumergirse en puzzles que retan el intelecto y ha descubrir por ustedes mismos los misterios que encierra este pueblo; que no culminan con la conclusión de este primer título.
P. D: Silent Hill me sigue dando miedo y será mi juego favorito de survival horror por mucho tiempo, ya que me ayudó a estrechar la relación con mi padre y a generarme un buen recuerdo de él.
