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My Current Obsession | La genialidad de Cobra Kai

Cobra Kai
Alabada por prácticamente todos, Cobra Kai es la secuela de Karate Kid que no sabíamos que necesitábamos en nuestras vidas y al contrario de la película remake comprende que el karate verdadero está en el corazón.

Es curioso pensar la cantidad de franquicias de películas que nos dejó la década de los 80 y que de una forma u otra Hollywood y los fans no hemos dejado morir: Terminator, Predator, Alien, Ghostbusters, Rambo, Rocky, Star Wars, Karate Kid, entre otros tantos que de una u otra forma se mantienen en el imaginario colectivo, ya sea por estrenos de películas nuevas siguiendo la historia original o por remakes. Pero, el que sigan vigentes no significa que sigan siendo tan buenas como lo fueron en su momento y muchas no han sabido gustar ni al público actual ni a sus fans más viejos, aunque con una pequeña gran excepción: Cobra Kai, el verdadero heredero de Karate Kid.

“A veces lo que el corazón conoce, cabeza olvida”

Cobra Kai es un producto muy interesante que habla de problemas que están tan vigentes en la segunda década del milenio como hace casi 40 años, cuando se estrenó la primera película en 1984. Bullying, lo perjudicial o beneficioso de una figura de autoridad, conducta de rebaño, redención, madurez y honor; sumándose, claro, otros tantos problemas actuales.

La serie toma elementos presentes en toda la trilogía original y les da nueva vida y dimensión, no solo a personajes sino a sucesos, mostrándonos cambios bastante profundos en ellos e invitándonos a mirar otro lado de la historia que pocas veces consideramos, sin embargo, todo está justificado en los eventos ya establecidos.

Al contrario de varias de las franquicias mencionadas anteriormente, los creadores de Cobra Kai, Jon Hurwitz, Hayden Schlossberg y Josh Heald, han entendido muy bien la historia y lo que la hace tan popular, sabiendo capturar la nostalgia por la franquicia y trasladarla a un entorno actual capaz de atraer tantos a los fans que vieron la película en su momento como a sus hijos y hasta nietos, que aunque no hayan visto las películas pueden disfrutar la serie.

El formato de serie por supuesto que ayuda a Cobra Kai no solo a contar una historia mucho más concisa, sino a explorar las diferentes películas y sus personajes de forma mucho más amena. La serie no solo se basa en la nostalgia para atraer al espectador, sino que la usa a favor de los personajes, recordándoles lecciones de antaño, o una comprensión que solo la edad y la sabiduría que suele acompañarla pueden otorgar. El hecho de que Daniel recuerde casi cada capítulo alguna frase de Miyagi no se hace por fan-service, sino para que él, y nosotros, recordemos una lección de vida que la situación que vive amerita. Esta historia sería muy difícil de contarla en película y sin duda no tendría el mismo impacto.

“Para quien no tiene perdón en su corazón, la vida es peor castigo que la muerte”

Este entendimiento también se traduce en una presentación de personajes que pocas franquicias han conseguido. En Cobra Kai Johnn, Lawrence, el bully que muchos despreciamos en la primera película, resulta ser víctima de un hogar abusivo que encontró en el karate y en su maestro una escapatoria y solución (si bien temporal) a muchos de sus problemas. Daniel LaRusso sigue siendo ese individuo bonachón y encantador que todos los días intenta vivir bajo los estándares y enseñanzas de Miyagi pero que tiene que lidiar con ciertos comportamientos narcisistas y resentimiento a los eventos negativos de su adolescencia.

Todos somos el héroe de nuestra propia historia”. Es a partir de esta premisa que la serie narra sobre todo la primera temporada desde el punto de vista de Johnny quien ve en Daniel al tipo que llegó a quitarle lo que más quería: el respeto de su maestro, su novia y su título de campeón. Ahora adulto lo ve como un empresario exitoso mientras él con dificultad tiene un trabajo que no le gusta. Atorado en el pasado y reflejando de cierta forma el camino de Miyagi y Daniel, Johnny trae de vuelta a Cobra Kai pero también mostrando que ha madurado se intenta alejar del legado nefasto de Kreese y redimirse, aunque con poco éxito.

Daniel por su parte ha mejorado todos los aspectos de su vida y progresado envidiablemente gracias a las enseñanzas y amor de Miyagi, quien terminó por convertirse en una figura paterna importante no solo para él sino hasta para su hija, que incluso lo hacía sentir como su abuelo. Pero a pesar de su éxito, la pura presencia de Johnny despierta en él recuerdos nada agradables sobre Cobra Kai, y al aparecer este aspecto traumatizante de su vida saca su peor lado a la luz, mismo que comienza a traerle más problemas que si solo hubiera dejado a su antiguo rival en paz.

“No hay estudiante malo. Solo maestro malo”

Un elemento muy bueno de la serie es presentarnos a Johnny y Daniel como maestros en desarrollo, cada uno emulando de cierta forma a su respectivo sensei pero ninguno de los dos estando muy seguros de lo que están haciendo.

Aunque Johnny tiene más claro el camino a seguir este se ve afectado por el regreso de Kreese, quien corrompe de a poco sus logros y enseñanzas. Daniel por su parte intenta impartir la sabiduría de Miyagi en un grupo de adolescentes mucho más impaciente y menos receptivo que él y su hija, sumando además todos los prejuicios negativos que Daniel tiene hacia Cobra Kai la segunda temporada y parte de la tercera lidian con esta idea del mal maestro que con el ejemplo guía a sus alumnos a un camino inadecuado que termina en una batalla campal en la escuela con consecuencias funestas para los principales alumnos de cada uno.

Es más “frustrante” ver cómo todo va colapsando a lo largo de la segunda temporada cuando nos damos cuenta que ambos maestros podrían intentar platicar las cosas y resolver sus conflictos de una forma pacífica y casi inmediata, pero son todos sus prejuicios y resentimientos los que mantienen el curso de colisión al cual están llevando a sus respectivos alumnos. No es hasta, en la tercera temporada, que su interés amoroso mutuo de la adolescencia, Ali, les da otra perspectiva y los obliga a empatizar entre ellos que Johnny y Daniel pueden por fin llegar a la paz, y unirse contra su enemigo en común, Kreese.

“Lección no solo para karate. ¡Lección para la vida! Todo en la vida tiene equilibrio, todo es mejor”

Nostalgia y actualidad, diversión y drama, peleas y momentos de serenidad; durante las tres temporadas sus creativos han sabido mantener un delicado balance en estos aspectos, que es muy bien complementado por el trabajo de los actores. El esfuerzo por traer a todos los actores originales no es algo nuevo en la industria, pero a diferencia de otras franquicias donde los personajes casi por obligación tienen que ser iguales a pesar de los años, los diversos personajes de Cobra Kai se sienten humanos, que aunque su esencia se mantiene, los años no han pasado en vano.

Me causa un poco de conflicto pensar la cantidad de personas que ni siquiera se han molestado en ver la serie pero que sin haberla visto la juzgan negativamente solo a partir de su premisa y primer capítulo. Esta es una carta de amor de un grupo de fans para quienes, así como a miles de personas, Karate Kid, Daniel-san y el señor Miyagi dejaron marcados, y cada capítulo es una demostración al resto de la industria de cómo tratar una franquicia, con el mismo amor y respeto con el que se atiende a un árbol bebé, digo, bonsai.

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