¿De qué manera es que los desarrolladores aprovechan la nostalgia y el cariño a sus IPs para traer productos renovados a sus consumidores?
En los últimos años, una gran cantidad de casas desarrolladoras han aprovechado los avances tecnológicos en el área de los videojuegos para dar un nuevo rostro a las grandes obras del pasado, las cuales a pesar de ser consideradas obras maestras, no pudieron explotar al máximo su potencial debido a las limitantes de los sistemas disponibles en su respectivo momento. Afortunadamente ahora existe la posibilidad de arreglarlo.
Esta tendencia nos ha traído un tsunami de remakes, remasterizaciones, e incluso reboots; los cuáles han sido en su mayoría bien recibidos por los fans de los materiales originales y la crítica especializada, pero a su vez, siguen generando algunas dudas al momento de distinguir entre términos: “¿Qué es un remake?” “¿Es lo mismo que un reboot?” “¿Remasterización?” “¿Qué?”
Remake: un producto (casi) enteramente nuevo
Un remake, como su traducción indica, consiste en rehacer desde cero un videojuego (o cualquier obra creativa) ya existente, haciendo uso de las nuevas tecnologías para modernizar aspectos, tales como sistema de juego y detalles visuales, pero manteniendo los conceptos básicos del trabajo original.
Como ejemplos brillantes de remakes se encuentran los realizados a la trilogía clásica de Resident Evil. Con el primero, estrenado originalmente en 1996 y con su remake de 2002, las mejoras vinieron principalmente en el apartado gráfico, manteniendo un estilo de juego y cámaras casi similares a los de la versión original, añadiendo elementos que no se encontraban anteriormente, mencionando como ejemplo a Lisa Trevor.
En el caso de Resident Evil 2 (1998), los cambios son más pronunciados en su respectivo remake (2019), aunque la historia y el concepto inicial también siguen siendo los mismos. Aprovechando las bondades que ofrece el RE Engine, los escenarios y personajes tienen un aspecto más realista, además de que la jugabilidad pasa a ser de cámara al hombro, un cambio que fue bien recibido.
Otros ejemplos de remakes son el próximo Final Fantasy VII, o las colecciones de los clásicos del memorable Crash Bandicoot.
Remasterización: mejorando lo ya existente
Por otra parte, una remasterización es llevada a cabo de una manera más “superficial”, dado que las mejoras hechas al juego original se limitan a aspectos como los gráficos y técnicos, añadiendo definición, algunos modelados o una mejor renderización.
Tomando como ejemplo el propio remake de Resident Evil (2002), que durante inicios de 2015 recibió una remasterización para consolas de reciente generación, añadiendo una importante mejora gráfica, y mayor velocidad de ejecución en pantalla. El propio Resident Evil 0, lanzado inicialmente durante el 2002, tuvo su primera remasterización en 2016, llegando a una mayor cantidad de personas con su nueva versión.
Algunas otras remasterizaciones famosas son Gears of War Ultimate Edition, Devil May Cry 4: Special Edition o The Last of Us Remastered.
Reboot: reimaginándolo todo
Por último, hay que hacer mención a los reboots o reinicios, donde se toman determinados elementos de una franquicia famosa y se crea una perspectiva sobre ella totalmente nueva, conservando solo lo más importante. En algunos casos, los reboots son una decisión de las compañías cuando la idea o la esencia de dichas franquicias son bien aceptadas, pero con el tiempo quizás cada iteración provoca confusión en las audiencias.
Uno de los casos de éxito más conocidos, es el de la serie Tomb Raider, la cual estrenó su primera entrega en 1996, y tuvo su reinicio en el año 2013, contando una nueva perspectiva de los orígenes de Lara Croft desde un punto de vista mucho más humano y realista para ella. Una decisión que, pese a representar un importante riesgo de parte de Square Enix y Crystal Dynamics; fue bien aceptado y traducido a una trilogía completa sobre la joven Lara.
